La Maldición de Strahd: Primera sesión

La Maldición de Strahd: Primera sesión

Nuestros héroes vienen de diferentes mundos y trasfondos únicos: Kairo Rojo, un mago de Waterdeep, perdió su hogar a manos de cultistas misteriosos y ha estado buscando respuestas sobre su destrucción. Poporc Warsong, un semiorco del Clan Esmeralda de Azeroth, busca desesperadamente una reliquia ancestral de su clan, guiado por las señales de la madre naturaleza. Droholom, un druida loxodón del Círculo de las Estrellas en Ravnica, recibió una visión oscura de un mal que amenaza con devorar otros planos y ahora sigue un destino incierto, guiado por las estrellas. Qiran Woodriver, un elfo pícaro de Ustalav, fue salvado de una vida de esclavitud por su mentor y ha vivido siempre como un forastero, con un agudo instinto para el peligro y una habilidad nata para sobrevivir.

En la primera sesión, nuestros héroes enfrentaron su destino con valentía y astucia. Kairo, Poporc y Qiran, capturados y encadenados en un carromato de vistana, fueron conducidos a través de los oscuros caminos de Barovia por sirvientes de Strahd hacia un destino desconocido. Droholom, emergiendo de las misteriosas brumas, se encontró con el carromato en su camino. Sospechando de inmediato que algo no estaba bien, Droholom detuvo el vehículo usando su magia para enmarañar, bloqueando el avance del carromato y de sus dos corceles.

Sin embargo, su acción no pasó desapercibida. Cinco guerreros vistana emergieron rápidamente para enfrentarlo. Justo cuando Droholom parecía superado en número, dos hombres cuervo, aliados inesperados, se unieron a la lucha, reconociendo al loxodón como un enemigo común de Strahd. Aprovechando la conmoción, Kairo, Poporc y Qiran lograron liberarse de sus cadenas y se unieron al combate, inclinando la balanza a su favor.

La batalla se intensificó hasta que, en un acto desesperado, uno de los vistana, herido de muerte, clamó por la ayuda de su señor Strahd. Ante su llamado, una figura rediviva emergió de las sombras, no para socorrer, sino para castigar la blasfemia de invocar el nombre del vampiro. El redivivo eliminó sin piedad a los cultistas restantes, dejando a nuestros aventureros confundidos, pero vivos.

Tras la batalla, los cuatro aventureros, ahora unidos por el destino, recogieron sus pertenencias del carromato. En los restos del carromato, entre las pertenencias esparcidas de los vistana, encontraron varias cartas escritas por el antiguo burgomaestre del pueblo de Barovia. Estas cartas, llenas de desesperación y tristeza, relataban la dolorosa historia de su hija, quien había sido consumida por una misteriosa enfermedad que la aisló de los demás. El dolor y la angustia del burgomaestre eran palpables en cada línea, reflejando su sufrimiento y desesperación ante la pérdida de su hija.

Sin embargo, el peligro aún no había terminado. Los caballos, aún bajo algún hechizo, se lanzaron a toda velocidad, arrastrando el carromato y llevándolos directamente hacia Barovia. Sin poder detenerlos, los aventureros fueron lanzados a través de las puertas abiertas de la antigua y temida Casa de la Muerte.

Recuperándose del impacto, se aventuraron a explorar la siniestra mansión. Dentro, hallaron indicios perturbadores de un culto oscuro dedicado a falsos dioses y al mismísimo Strahd. Sin embargo, pronto quedó claro que Strahd nunca había respondido a las súplicas de estos fanáticos. Al final de la sesión, al abrir la puerta de una habitación infantil, se encontraron cara a cara con el furioso espíritu de la nana que cuidaba a los niños, desencadenando un combate que dejó a todos en alerta máxima.

Ahora, se adentran más profundamente en la mansión, buscando respuestas y una manera de escapar de este siniestro lugar…

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